GOOGLE, SANTA TERESA Y CLINT EASTWOOD


Análisis del artículo de Nicholas Carr, “¿Google nos está volviendo estúpidos?


¡Feliz navidad y que el nuevo año te traiga todo lo que mereces! Imagino que hemos sido todos buenísimos en los años pasados y que mensajes como el anterior han dejado de ser patrimonio de las arcas de las empresas de telefonía móvil1. Antes se pagaba por desear la felicidad vía postal y, a día de hoy, no sólo no se paga sino que incluso te pueden pagar si deseas publicidad en tu móvil, blog o cuenta de Twitter.
¿Se ha perdido espíritu navideño? ¿Acaso A Christmas Carol de Charles Dickens deja de conmover por ser leído en un iPad o visto en un cine con pantallas y dispositivos 3D?

Nicholas G. Carr está enfadado y de verdad que lo siento. Siento que una persona con su preparación y reputación se enoje. Comprendo que si pierde la concentración ante unas páginas en papel debería pararse; dejar por un instante esta capacidad “multitarea” que nos ha traído Internet, apagar el móvil durante unas horas y alejarse tanto como pueda de la sobresaturación informativa que denuncia. Quizás tenga razón puntualmente en el acomodamiento humano a las facilidades pero, y aquí creo que es donde se pierde en su ansia de atacar a la “red”, ¿no está la tecnología concebida como un conjunto de saberes dispuestos para tratar de facilitar la vida a los seres humanos? (olvidemos por otro instante la tecnología armamentística).

Carr comienza con una película de Kubrick para adentrarnos en el apocalíptico mundo de las computadoras. Por mi parte, querría rebatir sus argumentos desde una visión “Santa Teresaeastwoodiana”, esto es, utilizar argumentos de Santa Teresa de Jesús para, con la ayuda de una frase mítica de Clint Eastwood en “El bueno, el feo y el malo, tratar de hacerle ver que, igual que él reconoce, pudiera ser que yo tampoco estuviera en lo cierto. También lo contrario.



En primer lugar me gustaría decirle, sin acritud alguna que “El mundo se divide en dos: los que encañonan y los que cavan. El revólver lo tengo yo, así que ya puedes coger la pala". De esta lapidaria frase de Eastwood cambiaría la pala por el poemario “Nada te turbe”, de Santa Teresa de Jesús, y le obligaría a leer en un dispositivo móvil; un iPhone 4S por ejemplo. Dado que reconoce que la lectura en línea le provoca cierta desconexión y pérdida de concentración, sólo debería leer nueve palabras: “Nada te turbe/ Nada te espante/ Todo se pasa”. Una vez realizado este esfuerzo personal de leer poesía en un móvil habría que empezar a discutir algunas cuestiones relacionadas:


1.    Nada te turbe.
Según el artículo presentado, los fenómenos que parecen turbar a Carr afectan a su capacidad de concentración y contemplación. Nadie mejor que Santa Teresa para, desde su sencillez, recomendarle que la contemplación, así como el análisis interior de las circunstancias externas debe basarse en la capacidad de discriminación de lo superfluo, lo prescindible y lo absolutamente desechable. Nicholas G. Carr sabe separar la paja del grano y sus producciones literarias lo confirman. La sobreinformación debe estimular la superjerarquización de lo relevante, lo verdaderamente importante.
Carr se empeña en permanecer turbado por su particular versión de transformación kafkiana de nuestro mapa, reloj, nuestra imprenta y máquina de escribir, nuestra calculadora y nuestro teléfono, nuestra radio y televisión.


2.    Nada te espante.
La espantada que han sufrido la mayoría de los usuarios respecto a los medios tradicionales de comunicación se deben fundamentalmente al auge de Internet y sus aplicaciones móviles. Concepto de portabilidad. El profesor de Neurociencia James Olds habla de la plasticidad de nuestra mente adulta, de las capacidades que tenemos para adaptarnos a estos nuevos mecanismos de comprensión lectora. Esto que aporta Carr bien debería meditarlo porque, o tiene un pequeño problema de plasticidad neuronal o no tiene reparos en citar un argumento que contradice lo dicho en su estudio hasta el momento. Me explico. Si nuestra masa gris es capaz de “reprogramarse por sí mismo al vuelo, y alterar por tanto su manera de funcionar”(James Olds), es muy probable que esa perdida de concentración y contemplación que Carr denuncia no se deba al soporte en el que realice la lectura sino a otras causas que no esgrime.

3.    Todo se pasa.
Y vuelta a empezar  de nuevo. Whatsapp era nuestro dios de la gratuidad, le siguieron Viber y Skype, ahora Line. También el que decidió mandar aquel primer mensaje desde un ordenador a un teléfono móvil, aquel 3 de diciembre de 1992, con el texto “Feliz navidad” pensaría que estaba abriendo una puerta sin retorno. Las compañías de telefonía móviles estarían aterrorizadas porque, para ellas, el Apocalipsis estaba servido.
Sócrates se equivocó, Squarcifico también, Carr sabe que sus argumentos son bastante cuestionables y uno de los creadores de Google, Brin, probablemente también esté pronosticando un futuro erróneo: “Con seguridad que si tuviéramos toda la información del mundo directamente conectada a nuestro cerebro o a un cerebro artificial más inteligente que el nuestro, estaríamos mejor”.


Yo estoy equivocado y todo lo anteriormente relatado puede ser falso. La diferencia entre el texto leído, sin distracción y tirando de plasticidad mental a mis 42 años, es que el Hombre, la Dimensión Humana y todo ese entramado de sentimientos y sensaciones que nos hace únicos como especie, tienen difícil capacidad de reproducción o copia en laboratorio. Ejemplo de lo anterior sería tratar de componer un algoritmo que produjera los mismos efectos fisiológicos e incluso intelectuales, en un ser humano, que produce la vuelta a casa por Navidad. Ahí está el “meollo”. Añado intelectuales como fenómeno o causa generada por un efecto de felicidad, la vuelta a casa por Navidad, porque es indudable que nuestro intelecto, nuestra forma de expresarnos, de escribir y de comunicarnos tiene invisibles lazos con los estados de ánimo. A modo de prueba, sería interesante conocer cómo haría yo este trabajo si estuviera enfadado o triste.

Termino recordando la obra más importante de Santa Teresa, Camino a la perfección. Ahí debemos ir todos desde un punto de vista más abierto y humilde. Si el tono de mi discurso ha podido parecer agresivo, carente de modestia y un tanto altanero se debe, principalmente, a que he tratado de emular el tono de Nicholas G. Carr desde la otra orilla. Ninguno tenemos más razón que otros en este tema pero, a buen seguro que la Historia nos ofrece algunas pruebas que pueden ayudarnos a entender que este período no es más que un nuevo paso ¿camino a la perfección?








1 Movistar, Orange y Vodafone obtienen por el envío de mensajes cortos (SMS) el 9 por ciento de sus ingresos (...).http://www.adslzone.net/article5981-whatsapp-y-las-redes-sociales-hunden-el-negocio-de-los-sms.html, 7 de mayo de 2011 (consultado el 30 de abril de 2012)

Comentarios